imagen: dcrainmaker.com |
En las últimas semanas Garmin ha empezado a introducir varios relojes con su propio sensor óptico (fabricado por Garmin - el modelo FR225 que incorporaba esta tecnología tenía un sensor fabricado por Mio), con lo que es probable que en unos meses se sumen fabricantes como Polar (también ha desarrollado su propio sensor) o incluso Suunto (aunque este último dudo que lo haga durante el 2016).
En los primeros cuatro meses del año 2015 tuve la posibilidad de probar la unidad Mio Link, cuya tecnología licencia a otros fabricantes (adidas entre ellos). Para ponernos en situación Mio Link es considerado en el mundillo del deporte como el sensor más preciso. En las pruebas que yo hice he de decir que con una buena temperatura de 20º C en adelante, el sensor funciona razonablemente bien, aunque nunca es tan preciso como el sensor de pecho de toda la vida.
Sin embargo, cuando la temperatura baja las lecturas se vuelven muy imprecisas, con valores anormalmente altos o bajos que se alternan durante períodos de varios minutos. El fallo no depende del sensor sino de la tecnología en sí. Los sensores ópticos utilizan un haz de luz que traspasa superficialmente nuestra piel y que detecta nuestro flujo sanguíneo. La estimación de nuestras pulsaciones se hace en base a nuestro flujo sanguíneo y hay dos grandes factores que influyen en el mismo: uno son las bajas temperaturas y otro es el ejercicio de alta intensidad.
Cuando hace frío la circulación superficial se hace más profunda, lo que produce que las lecturas no sean correctas. Por software estos sensores tratan de contrarrestar este efecto, pero no llegan a conseguirlo totalmente. El no poder estar seguro del dato durante la actividad hace que sea totalmente inservible. A este efecto tienes que añadir que en invierno muchos de nosotros corremos con el reloj encima de la manga de la ropa de abrigo, con lo que el sensor queda totalmente inutilizado.
Cuando estás en medio de un ejercicio de alta intensidad igualmente el flujo sanguíneo superficial cambia y esto hace que las mediciones sean imprecisas. Igual que en el caso anterior, si quieres precisión no puedes usar este sensor en los entrenamientos de calidad ni tampoco en las competiciones que requieran una intensidad alta.
Los relojes que incorporan el sensor se publicitan como más cómodos que llevar la cinta tradicional, pero al mismo tiempo necesitan estar más ajustados (apretados) en nuestra muñeca. Esto nadie te lo dice. Tampoco en algunos blogs importantes que revisan el material y que sólo te cuentan bondades. Sin embargo es una realidad que a muchos puede hacerles sentir decepcionados con la compra. Además, si usas el reloj para entrenar en la bicicleta, tampoco podrás llevar el reloj en el manillar sino que tendrás que llevarlo en la muñeca.
Por último existe un último problema propio también de la tecnología, que es la imposibilidad de medir la variabilidad cardíaca, que explicado de manera sencilla es el tiempo en milisegundos entre cada latido del corazón. Este dato se utiliza entre otras cosas para hacer la estimación del tiempo de recuperación, test de estado físico, estimación de VO2Máx, etc...
Para Finalizar
La comodidad que aporta llevar un sensor en la muñeca en lugar de la cinta cardíaca tradicional, en mi experiencia, se pierde por tener que llevar el reloj más apretado. Si le sumamos el problema de imprecisión cuando hace frío o trabajamos a una alta intensidad, creo que estos sensores están más dedicados a entusiastas que a corredores que entrenen y compitan por pulsaciones. Yo sólo lo recomendaría a personas que no soporten llevar la cinta porque le produzca rozaduras y pequeños cortes, teniendo muy claro la limitación de la tecnología.¡Muchos kilómetros a todos!
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